El asfalto arde. Vuelve a oler a crudo.
Mientras, mi cara se despega de mis huesos bajo la luz lejana que rebota en tu pasillo.
Se que estás ahí.
Mis gemidos acaban por confundirse entre el bullicio del ambiente.
Iluminado por una constelación de luces traseras, reducido a una simple sombra entre nubes de vaho y salidas de aire.
Podrás buscarme en las aceras, revolcándome en el asfalto de una vida que no me pertenece, a tan solo dos metros de tu portal.
Llama tú al camión de la basura. Quiero que me saquen de aqui tal y como vine:
Envuelto en plásticos,
con un nudo al cuello,
apestando a vida descompuesta.
Siendo las sobras de cualquier otro.
La caída (1956)
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La caída se presenta con una lectura un tanto curiosa, en forma de
conversación, aunque Camus tan solo nos permite conocer una parte de la
misma,
Esta c...
Hace 12 años