miércoles, 31 de marzo de 2010



Algo se ha roto.
Debí centrarme en aquello que sobraba,
mis votos.
Mi boca me ha hecho pasar del punto de no retorno.
Me desvanezco.
Cierro los ojos y trato de dormir sin sueño.

sábado, 13 de marzo de 2010

Irrelevancias

Es raro.
Nunca destacaste por estar ahí. Al menos cuando yo lo necesitaba.
Tu presencia llegó a reducirse a algo similar a la de una astilla clavada dentro de una uña. Incómoda. Inevitable. Inolvidable. Indeseada.
Pero me acostumbré a vivir contigo cuando no te necesitaba.
Cuando dolías.
Y no me molestaba.

Aunque no me haya dado cuenta, ha pasado tiempo.
Hemos aprendido a lamer nuestras heridas. Por separado, por supuesto.
Aprendí a masturbarme con astillas en mis uñas, del mismo modo que aprendiste que me tenías ahí. Para cuando tú quisieras.
Y te encantaba comprobarlo.
A todos nos hace gracia ver cómo los peces boquean cuando les echamos miguitas de pan.
Y no me molestaba.

Y seguiré boqueando. Al menos de momento.
Porque todo se ha retorcido tanto... en serio.
Todo es tan distinto... y eso que todo sigue igual.
Jugaremos a mirar nuestra silueta deformada por la refracción de la luz.
Nos convenceremos de que nos separa un universo, mucho más frío y espeso que esta agua tibia.
Seguirás adueñándote de mis canciones.
Seguiré fuera de tu vida al mismo tiempo que tú no dejas de meterte en la mía.
Y no me molesta.

Quiero ver qué vendrá después.
Seguramente todo sea más simple de lo que has querido hacerlo.
Ya descubrí que no duras para siempre. Disfruta mientras puedas.
El invierno se ha alargado demasiado.
Pienso seguir cantando tus letras, porque ya no me importas. Ya son mis letras.
Y no.
No te molestaste ni una sola vez en saber qué pensaba yo de todo esto.

martes, 9 de marzo de 2010

Aun es pronto para hablar de amor (2)

Me dije:
Levanta, anda.
Imagino que alguien te echará de menos.
Si puedes, mírate a los ojos y di que estás despierto,
que no vale la pena,
que aprendimos más mirando cómo juegan esos niños con amigos,
pero solos.
No me compensa.
He mirado con envidia a aquellas nubes de tormenta
que se empeñan en seguir nevando en marzo,
y me escondo en aquel sitio
camino al mismo lugar donde se iría si estuvieras conmigo.
Donde llamo a cada cosa por su nombre
y me digo:
"quita esa sonrisa de tu cara!
No habrás creído que ahora puedes descansar..."
Porque sé que solo aprendo si me hago llorar,
porque sé dónde se esconden los reproches
y tengo que dejar de odiar a un mundo que me debe tanto...
como mínimo saber que aún queda una oportunidad,
que por triste que parezca,
sé que puedo conseguirlo.
Que por amargo que me sepa,
tengo algo que contarme, mi caída.
Que por cobarde que me sienta solo me queda esperar.