miércoles, 28 de julio de 2010

Me llaman El que quiere ser.
Ilusos.
Soy El que no tiene.

miércoles, 21 de julio de 2010

martes, 13 de julio de 2010

Orquídeas

Habrá un formato en el que encaje.
A mí,
que ya dejé de ser feliz con los detalles
y que no me basta ver cómo no me necesitas,
cómo me mueven como otro peón al que sacrificar.
Sujeto entre claveles y canales.
Con el cuerpo más cansado,
más vacio desde que opté por ignorarles.
Caminaré como caminan los perdidos
y justo antes de morir de hambre, comeré.
Comeré hasta hartarme.

Son pulsátiles
como el agua de este océano.
Siguen cayendo las orquídeas que quisieron engañarnos
y
decirnos que todo es posible es ganar tiempo.
Hasta que nada cure el daño que
han estado obligándonos a hacernos.
Dejemos atrás la orilla, nademos hasta estar
meciéndonos con monstruos que nos ven como piojos.
Donde estemos más agusto.

Sobre el fin sabré
que no estoy invitado,
que no soy bienvenido.
Tendré mi hueco,
haré mi nido,
haré mi ruido en silencio y miraré.

jueves, 8 de julio de 2010

Hasta que se apaguen los focos (II)

Y que cualquiera que me haya visto en estos prados homogéneos
donde no soy más que otro que
agacha la cabeza
pero que vive más que nadie,
que quema más que arde,
que se cierra desde dentro desde que está lleno aire limpio,
verá el suicidio de las hojas en otoño como un fraude,
como un solsticio de luna,
un sucedáneo de arte
y me mancharán las manos con el fango de sus carencias.
Con más ganas de luz que de evidencias.
Porque hay tanto ruido rosa
como agua estancada.
Hay sombras que se arrojan como si pudieran dar la cara,
y he llegado a ver esas estrellas que palpitan,
que retozan agonizando en esta cuna de alambres y gritan en frecuencias que tan solo yo me digno a oir.
Que hasta las plantas gimen como hubiera algo que pedir.
Aparte,
este azufre incandescente sigue cayendo incansable.
Hasta que se apaguen los focos.
Hasta que grite más que nadie.

domingo, 4 de julio de 2010

Hasta que se apaguen los focos

Hay miedo,
por eso sé que sigo aqui esperando
en esta burda imitación de vida que han dado.
Agacharé mi testa detestando a los que puedan verme
mientras sus manos me humillan y mancillan lo que hay de beber.
Y siento el viento,
como patadas en mis costillas que a cada aliento hace bola y saca sus espinas,
y entonces
surgen como exclavos amarrándose los sueños y sonriendo a ambos lados
mientras se lavan las manos.
Riegan las cosechas con ceniza y polvorín,
las mismas llagas en sus oídos que en su ansias por huir.
Que no son más que aquella sombra tililante en el ocaso
donde un sol de brillo enfermizo hace todo por pasar de largo.
Largo!
Aqui no hay nada que ver.
Quería ser lo suficiente para poder llorar por algo
y seguir saliendo a flote sin tener que aprovecharme de sus esperanzas vanas en un futuro falso.
Porque pido por esta boca
pero solo me escuchan locos.
Relevándome a extraño
seré la envidia de otros.
Por mi
seguiré odiando a gordos en esta época d vacas flacas,
seguiré asintiendo en silencio hasta que se apaguen los focos.