Ten cuidado,
eres el cuarto que me pisa hoy.
Me vi ejerciendo con lo vuestro,
devolviendo el puchero espeso y frío de ayer.
Tengo claro lo que quiero y lo que puedo hacer,
por eso
ya no pierdo el tiempo en pedirte perdón por nada,
aunque haya mil palabras que decir
prefiero ser que repetirme,
tumbarme,
ponerme como un cristo
y dedicarle otro calvo a la grada,
porque merezco esta ovación,
o este minuto de silencio.
Depende.
Aunque me cubra la escarcha,
habrá domingos sin misa
y comidas sin hambre.
Tendré la suerte perderme si llego a encontrarme ,
porque claro que fui yo el qué perdió.
¿Qué esperabas?
Tan solo habia que jugar
y tenías mis cartas.
Asi es que
puede que hoy cerremos con un cartel de banca rota
y salga a buscar fortuna
junto a gente que no me importa.
Pero, ¿qué más da?
La caída (1956)
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La caída se presenta con una lectura un tanto curiosa, en forma de
conversación, aunque Camus tan solo nos permite conocer una parte de la
misma,
Esta c...
Hace 12 años