martes, 21 de julio de 2009

La linterna roja (1/2)

Me levanté y miré por la ventana dando la espalda a mi interlocutor. Hacía horas que había oscurecido, aunque aun era temprano. La lámpara que me regalaron mis compañeros de trabajo, una imitación de las linternas rojas japonesas, bailaba con el soplo de la brisa marina. Si me esforzaba, podría ver alguna estrella brillando tímidamente en el infinito cielo nocturno. Pero estaba demasiado cansado.
De repente me invadió un odio terrible hacia la persona que estaba sentada en el curtido sofá del salón. Quería irme. Quería dejarme caer, cerrar los ojos y dormirme allí mismo, al amparo del aullido de los árboles y el viento, bajo la luz roja y vacilante de la linterna japonesa. Quería cortar cualquier conexión con la realidad. Pero tuve que girarme hacia ella.
Tan solo era otra más. Estaba allí porque pretendía obtener algo de alguien que no tenía nada. Era otra mentira, otra propuesta por aparentar. Era un último intento desesperado por darle sentido a su vida creyéndose que había conseguido enamorar a alguien especial. Era otro regalo indeseado en mi vida llena de linternas rojas.
—¿Qué miras?— me preguntaste con una sonrisa que pretendía ser coqueta.
(No miro nada. No hay nada que ver. Quiero irme a dormir. Coge la maldita puerta y…)
— Estás realmente hermosa hoy.
— Vaya… gracias…— fue lo que fuiste capaz de articular. Una autoestima sin fundamento cayó sobre tus hombros y enrojeciste, intentando galantear con los silencios. Silencios que eran míos hasta que te invitaste a entrar.
Ahora que había decidido quedarse, tenía que despejarme. Por mucho que diga la fama que me precede, no estoy muy acostumbrado a visitas. Encendí la televisión para poner un colchón de fondo a nuestra conversación sin sentido, para tener algo que mirar.
El tiempo siguió deslizándose a la misma velocidad a la que solía hacerlo. Fuera, las farolas rojas se empapaban de una lluvia fina. Dentro salpicaban algunas gotas de conversación mientras un magazine de noche mezclaba actualidad con humor en el televisor. Tras un breve periodo en el que ambos nos quedamos callados, el presentador dio paso a un video en el que un par de políticos discutían con unas voces dobladas bromeando sobre preservativos, y la chica que tenía al lado aprovechó para apoyar su cabeza en mi hombro.

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