miércoles, 7 de octubre de 2009

El vigilante

¿Y ahora qué?
Soy yo quien vigila a tus Watchmen.
Sangro miel,
normal que quieras chuparme la sangre.
Canto como un poseso,
sin pensar en lo que pienso,
porque no encuentro otra forma de seguir mordiendo barro.
Incómodo.
Tengo veneno en la saliva como un dragon de komodo.
Tengo que hablar sobre otra vida.
Necesito otro destino,
y más dinero,
perseguirte como un perro,
para adiestrarte como a un perro.
Me estoy haciendo experto en tí...
si pudieran besarme, solo dibujaría tus labios.
Y borraría al fin tus ojos,
porque, ¿qué nos une? en serio,
solo el recuerdo de una errata y el miedo a estar en lo cierto.
Y la esperanza es tan vacía,
que ahora nuestras despedidas son la envuelta de indirectas que van a menos.
Solo puedo pedir tiempo
y creer en algo,
hacerme a un lado con estilo y elegancia
y esperar a ver el hueco.
Y esperar a salir en el ojo del huracán,
porque ya que he de morir, al menos quiero hacerlo mientras vuelo.
Solo hablo de cumplir mis sueños
y me siento imbécil.
Tengo que encajar algunas piezas antes de volver a ver la nieve.
¿Quieres?
A mi me sabe más bien a poco.
Tienes millones de motivos para acabar apestando a otro.
En serio,
sé que llegarás aqui porque ya he visto las huellas,
pero no encuentro tu cuerpo descompuesto bajo las estrellas.
Quizá es vicio,
tengo arrogancia en los sentidos,
pero me siento bajo la lluvia a escribir un triste te quiero.
Ya ves,
yo me sepulto entre el futuro y el pasado,
y tú caminas sobre mi yendo cada vez más lejos.

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